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“En tiempos de cambio, los aprendices heredarán la tierra, mientras que los sabelotodo se hallarán perfectamente equipados para desenvolverse en un mundo que ya no existe”. ERIC HOFFER.

¿Qué significa aprender? Nos han enseñado que aprender es obtener conocimiento, poseer la información correcta. Esta definición enfatiza lo abstracto, lo racional y lo intelectual y se desentiende de lo concreto, lo emocional y lo activo.

Para completar un proceso de aprendizaje, es necesario pasar de la información a la acción, para hacerlo continuo; es necesario reflexionar sobre las consecuencias de la acción y descubrir desvíos entre lo planeado y lo producido.

 

Podemos señalar que el círculo del aprendizaje continuo contiene los siguientes pasos:

Descubrir: observar las diferencias entre lo que uno experimenta (o pronostica) y lo que uno quisiera que pase.

Inventar: analizar el sistema y diseñar soluciones que modifiquen lo que sucede o sucederá en el futuro.

Producir: poner en práctica estas soluciones Reflexionar: observar las consecuencias de la solución ensayada evaluando su efectividad.

El problema de esta definición académica de aprender es que olvida, en el tercer aspecto, que muchas veces, cuando explicamos o estudiamos problemas que no tienen solución en el mundo real, nos convertimos en simples teóricos, o cuando nos apresuramos a hacer algo sin analizar el problema ni considerar las consecuencias de la acción. Comprendemos el proceso continuo del conocimiento y del aprendizaje como: Conocimiento es la capacidad de actuar efectivamente para producir los resultados que uno persigue. Aprendizaje es el proceso de incorporación de nuevo conocimiento Aprender es aumentar la capacidad para producir los resultados que uno desea.

Resumiendo: aprender es incorporar nuevas habilidades que posibiliten el logro de objetivos que antes se hallaban fuera de alcance, siendo la prueba de que se ha aprendido el logro de resultados hasta entonces inalcanzables.

Los sabelotodo y los aprendices: Todo proceso de aprendizaje debe comenzar en la ignorancia y la incompetencia. Por definición, aprender es la respuesta a una situación insatisfactoria que no podemos modificar con nuestras capacidades actuales, lo que provoca la búsqueda de mejorar esa situación. Nadie nace con conocimientos en ningún tema, hay que adquirirlos. Este proceso se inicia desde la postura de no saber y el compromiso de averiguarlo, es decir declarándonos aprendices.

Se presenta así la primera paradoja: para aprender se debe partir de la ignorancia, del no saber, pero admitir que no sabemos es una amenaza para nuestra autoestima.

Ciertamente nadie es contratado por lo que no sabe, o por su capacidad para decir que es incapaz de producir resultados. Obviamente, es mucho mejor ser “alguien que sabe” que “alguien que no sabe”. El problema es que para ser “alguien que sabe” hay que admitir primero que uno es “alguien que no sabe” y disponerse a aprender. Dentro de la dinámica cultural, las personas quedan atrapadas en la trampa de parecer competentes o fingir que saben, aun cuando no saben.

El sabelotodo, una personalidad construida en torno al miedo y a la necesidad permanente de tener razón. El sabelotodo es extremadamente frágil. Sin la certeza de que lo sabe, se siente expuesto y vulnerable. El sabelotodo siempre tiene la razón, está en lo correcto y tiene la respuesta para lo que hay que hacer. El sabelotodo necesita explicar todo el tiempo, como es que los resultados no se alcanzan, si él tiene todas las respuestas. El sabelotodo necesita una salida de emergencia para escapar de los problemas que amenazan su identidad y su autoestima. Esta salida es la “explicación tranquilizante”. Las explicaciones tranquilizantes son aquellas que atribuyen exclusivamente causalidad a factores que se encuentran fuera del control de quien las explica.

Por otro lado, el aprendiz es aquel que privilegia las explicaciones generativas, reconociendo la importancia de los factores que están fuera de su control, concentrándose en las variables que puede modificar. Comprende que todo resultado es consecuencia de la comparación entre un determinado desafío del entorno y su capacidad de respuesta frente a él. Si la capacidad es mayor al desafío, el resultado será positivo.

Por ejemplo, el sabelotodo y el aprendiz se mojan por la lluvia, el sabelotodo le atribuye la culpa a la lluvia, mientras que el aprendiz asume la responsabilidad de no haber traído paraguas. Las dos afirmaciones son verdaderas, pero sólo la segunda genera la posibilidad de modificar el efecto no deseado (mojarse) a pesar de las circunstancias incontrolables (lluvia). Mientras que el sabelotodo se considera víctima de las circunstancias, el aprendiz se ve como protagonista.

¿De qué lado quieres estar? ¿Aprendiz o Sabelotodo?

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